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LA RIQUEZA DEL OPTIMISMO

LA RIQUEZA DEL OPTIMISMO


En 1871, después del terrible incendio de la ciudad de Chicago, numerosos edificios quedaron reducidos a cenizas. Miles de personas perdieron todas sus posesiones. Pero, en medio de tanta pérdida y dolor, se destacó el gesto valeroso y optimista de un almacenero.
Al día siguiente del incendio, este almacenero extrajo una vara de hierro de entre los escombros, y la utilizó para sostener un letrero en donde había escrito estas palabras: "Todo se ha perdido, menos la esperanza. Reabrimos el negocio mañana por la noche". Así, reinició su actividad sobre las ruinas del fuego destructor.
Hay, en el ser humano, una fuerza irresistible y loable que lo lleva a levantarse de sus peores tragedias. Esto suele ocurrir después de los grandes incendios, terremotos, inundaciones y huracanes. Lo hemos visto en los devastadores ciclones del Caribe, en los violentos terremotos de Haití y de Chile (2010), y de Japón (2011), así como en otros desastres naturales que han sembrado destrucción y muerte en diversas regiones de la Tierra.
Más allá de las tragedias, siempre hay una luz de esperanza. Hay casos de personas que sobrevivieron en los escombros luego de un sismo:
  • Julio de 1990, en Filipinas: tres personas fueron sacadas vivas de las ruinas de un hotel destruido dos semanas después de un temblor que causó mas de 2600 muertos en Manila.
  • Enero de 2005, en Indonesia en la isla de Sumatra, un hombre de 70 años sobrevivió once días entre las ruinas de su casa destruida por un tsunami que causó más de 200 mil muertos.
  • Agosto de 1999, en Turquía: un equipo de socorristas sacó de los escombros a un niño, sano y salvo, seis días después de que un sismo sacudió el noroeste del país causando por lo menos 20 mil muertos.
  • Mayo de 2008, en China: una mujer fue hallada atrapada en un túnel bajo una fábrica hidráulica, nueve días después de un sismo que devastó la región de Sichuan, y causó cerca de 87 mil muertos.
  • Enero del 2010, en Haití: tres haitianos fueron sacados vivos de los escombros de un supermercado en Puerto Príncipe, cinco días después que destruyó gran parte de la capital.
  • Enero de 2004, en Irán: un hombre de 56 años fue sacado vivo de los escombros 13 días después de un sismo que causó 31 mil muertos. Cuatro días antes, una mujer de 97 años también había sido salvada.
  • Septiembre de 1985, en México: dos bebés estaban vivos, en sus cunas, nueve días después de un temblor en la capital que causó miles de muertos.
En todos estos casos, siempre abundan los espíritus fuertes y esperanzados que se entregan sin vacilar a la penosa tarea de reconstrucción. Son los hombres y las mujeres que, en medio del dolor reinante, se muestran optimistas y solidarios para reedificar lo caído. Mientras que muchos a su lado permanecen abatidos, ellos se mueven y construyen.

UN ESPÍRITU SUPERIOR


El optimista se distingue por su riqueza interior y por su inquietud de crecer. Tiene condiciones individuales que le van abriendo caminos hacia una vida exitosa.
Veamos algunas de esas condiciones, tan simples como fundamentales.

Características del optimista:

  1. Desarrolla la capacidad de ver más allá de los problemas: siempre se esfuerza por resolverlos.
  2. Tiene una mente positiva: se alegra por el vaso medio lleno, en lugar de señalar la mitad vacía. Disfruta del aroma del rosal, en vez de quejarse por sus espinas. Se deleita con la lluvia bienhechora, antes que lamentarse porque el sol se ha escondido.
  3. Posee un espíritu emprendedor: No se queda inmóvil esperando el éxito. Va hacia su encuentro y sigue hasta alcanzarlo. Con su iniciativa y su constancia, ocupa provechosamente su tiempo para ser más eficiente en lo que hace o emprende.
  4. Confía en que le saldrá bien lo que hace: por lo tanto, no acaricia dudas en su corazón. Sabe que, tarde o temprano, conseguirá el bien que busca, si debe cambiar de rumbo, aceptará que Dios le marque un camino mejor.
  5. Se encomienda cada día a Dios: de esta manera, sabe actuar con integridad y entusiasmo. Reconoce que el verdadero optimismo procede de Dios, igual que cualquier otra virtud humana.
Cuando otros viven insatisfechos, aburridos o carentes de alegría, el optimista descubre que siempre existen motivos para el contentamiento. Y, aunque haya pesares a su alrededor, igualmente sigue luchando con esperanza, porque sabe que el optimismo siempre vence en cualquier batalla que le toque librar.

SOÑAR, PERO CON FUNDAMENTO

El mejor optimista no es aquel que sueña más o se ilusiona con mayor facilidad. No. Es un gran error suponer que el optimista es un mero soñador.
Sí, sueña, anhela y ambiciona. Pero lo hace con un sentido de proporción teniendo ideales elevados y a la vez conociendo sus limitaciones.
El verdadero optimista es realista y es racional, es decir, no se mueve por el impulso de sus primeros sentimientos o impresiones. Al escuchar el dictado de su razón, examina las ventajas y los riesgos que pueda tener en cualquier plan de acción. Sabe que el verdadero ingrediente de toda decisión es el sentido común. A partir de allí, sabrá qué decidir y qué camino tomar.
El optimista que solo sueña no va muy lejos. Tal es la suerte del que practica el juego de azar. Juega una y otra vez, pensando que algún día ganará. Pero siempre pierde. No se da cuenta de que estos juegos están hechos para beneficiar a la banca, no al jugador. Por eso, cuanto más juega, más se hunde. ¡Eso no puede llamarse optimismo!.
El hecho de que alguna vez el jugador pueda ganar una buena suma de dinero, como raras veces sucede, no significa que deba alentarse cualquier forma de juego de azar, con la idea de que tarde o temprano el optimista obsesivo terminará haciendo un buen negocio.
Esto es ilógico, y va contra el más elemental cálculo de probabilidades. Una cosa es el buen optimismo, que favorece a quien lo posee y otra totalmente contraria es la vana ilusión de querer ganar por el camino de las pérdidas.
Por tu propio bien, no entres en esta forma traicionera de "soñar" para luego fracasar. ¡Sé optimista sin variar, pero con la cabeza bien puesta y el corazón bien gobernado!

UN OPTIMISMO EQUILIBRADO


Ellos acababan de casarse. Y, como es lógico, los flamantes esposos tenían un anhelo dominante: querían su vivienda propia. Un día vieron una hermosa casa que respondía a sus pretensiones. Entonces, brotó en ellos el siguiente diálogo:
-¡Qué hermoso sería vivir en esa casa! Tiene todas las comodidades que necesitamos y algo más -le dijo el joven esposo a su señora.
-Pero, no tenemos dinero suficiente para comprarla -objetó la esposa-. A menos que alguien nos preste la parte que nos falta.
-Podemos consultar en el banco. Quizá consigamos un crédito para asegurar la compra -sugirió con optimismo el marido.
Y, tras muchas idas y vueltas, recibieron el crédito bancario y compraron la bonita casa que deseaban. ¡Qué felicidad! Pero, esa alegría primera fue empañándose lentamente... Hubo que hacer algunos arreglos imprevistos en la vivienda, y esto les costó más de lo que podían pagar. Resultado: tuvieron que buscar nuevos préstamos, y se fueron atrasando en el pago de las cuotas.
Con muchísimo esfuerzo, los preocupados esposos lucharon por mantener la casa. Pero las deudas eran cada vez mayores hasta que, finalmente debieron entregar su casa querida, para ir a vivir junto a los padres de la esposa. Fue una pérdida terrible, que los llenó de vergüenza y pesar ¡No podían entender cómo les había ido tan mal frente a tantas ilusiones! "¿En qué hemos fallado?", se preguntaban los esposos. Al principio no tenían explicación para su fracaso. Pero, poco a poco aceptaron que se habían excedido en su optimismo inicial. Habían comprado sin dinero suficiente y sin el consejo de sus mayores.
¡Cuán fácil es incurrir en esta clase de falso optimismo! Realizar compras importantes, o vivir una vida de apariencia y fantasía, para descubrir luego el error del dinero mal manejado. El verdadero optimismo nunca empobrece. Siempre enriquece la mente, para ayudarnos a vivir con más equilibrio y sensatez. Cuando ocurre lo contrario, ese optimismo enfermo debe pasar sin dilación a terapia intensiva. La terapia de quien, aceptando su error, busca con humildad la ayuda de Dios. Entonces brota el optimismo sano y maduro, que estimula las buenas decisiones.

EL SEMBRADO DE CONFIANZA

Un tren se deslizaba en rápida carrera por los escarpados montes alpinos. Por momentos parecía que el maquinista había perdido el control sobre el convoy. Los vagones se sacudían como si quisieran descarrillar. Y, desde su asiento, una mujer, llena de temor, alcanzó a ver en otro asiento cercano a un niño que jugaba despreocupadamente.
Entonces, la mujer le preguntó:
-¿No tienes miedo de que nos matemos por la velocidad que lleva el tren?
-No, señora -respondió con tranquilidad el pequeño-, porque el maquinista es mi papá.
Y la admirable respuesta del niño le infundió confianza y serenidad a la temerosa pasajera del tren.
¡Cuántas veces nos llenamos de temor en el viaje de la vida! Nos parece que nuestros esfuerzos no darán buen resultado, que nuestros problemas no tendrán la solución deseada, o que nuestro matrimonio no recuperará la felicidad perdida. Y así nos vamos llenando de sombrío pesimismo.
Pero, en medio de tales temores y sacudidas, bien podríamos recordar las tranquilizadoras palabras del niño del relato: "El maquinista es mi papá". En el tren de la vida, nuestro Padre celestial es el maquinista. Al menos, el desea serlo, si se lo permitimos. Entonces, el temor da lugar a la seguridad, el pesimismo se convierte en feliz optimismo y la incertidumbre es reemplazada por una serena confianza en Dios. El divino Autor del optimismo nos llena, así, de sus más ricas bendiciones.
El niño del relato le enseñó una valiosa lección de confianza a la espantada pasajera del tren. Tú y yo también podemos ser sembradores de confianza, y despertar actitudes positivas en quienes aún permanecen en el signo negativo de la vida. ¿Es Dios el Conductor soberanos de todo tu ser? Entonces, puedes palpitar de optimismo, y compartir esta virtud con tus allegados. Nuestro comportamiento positivo siempre mejora a los demás, y les despierta la alegría de vivir.

OPTIMISMO Y SUPERACIÓN


El joven príncipe vivía atormentado a causa del defecto físico que padecía. Al mirarse en el espejo y compararse con los demás, comprendía que no podía ser feliz con esa fea joroba. ¡Cuánto ansiaba tener recta su espalda! Y, en su dolor, solía ir al jardín de su palacio, y allí se detenía frente a la hermosa estatua de un atleta que adornaba el lugar.
En una de sus frecuentes contemplaciones, el príncipe se propuso observar cada día la estatua, y esforzarse para desarrollar una buena espalda. Las semanas y los meses  fueron pasando, y aquella observación diaria unida al esfuerzo constante fue produciendo el milagro. Todos lo notaron en el palacio. El príncipe ya no era el mismo. Su rostro era otro; y su espalda, también. Hasta que llegó el día cuando la giba desapareció totalmente.
La insistente contemplación, unida a su sostenida voluntad, determinó que el joven príncipe superara el defecto que tanto lo angustiaba. ¡Fue un admirable optimismo el que le dio un admirable resultado!
¿Tienes tú también ansias de superación? ¿Notas que deberías mejorar en algún aspecto de tu personalidad? ¿Ya lo has intentado, sin obtener grandes cambios? Te propongo entonces, el camino del optimismo. Tal vez parezca una propuesta muy ingenua, quizá preferirías una receta más profesional, o una salida más formal. Pero ¿por qué no probar? ¡Cuántas veces los caminos simples de la vida son más efectivos que los recursos complejos, para alcanzas fines elevados!
Recordemos al general Naamán, del antiguo ejército sirio, quien era "valeroso en extremo, pero leproso" (2 Reyes 5:1). Cuando las muchas recetas que había probado para combatir su lepra no le dieron resultado, entonces Naamán recurrió al profeta Eliseo. Y el profeta puso a prueba la fe y el optimismo del general. Simplemente, le dijo que se lavara siete veces en las aguas del rió Jordán, para sanarse.
Al principio, Naamán se molestó por la ridícula receta. Pero, por consejo de sus asistentes, finalmente hizo lo que le había dicho el profeta, "y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio" (5:14). El general leproso cambió su escepticismo y pesimismo por una actitud positiva y esperanzada, y su lepra desapareció para siempre.
Más allá del milagro que le devolvió la salud a Naamán, la actitud favorable que finalmente él adoptó determinó su curación. Cuando quieras superar cualquier escollo de tu vida, no importa de qué índole sea, recuerda mantener un espíritu optimista y actuar en consecuencia. ¡Nada perderás y mucho ganarás!

EN BUSCA DE LA SALUD

El director médico de una gran hospital informó que, de las 190 personas que habían fallecido en esa institución durante un determinado tiempo, la mayoría de ellas podría haber seguido viviendo si no hubiesen tenido lo que él llamó "complejo de desesperanza". Perdieron la fe en su recuperación, dejaron de luchar y se abandonaron a morir.
Así como el pesimismo llevó a la muerte a esos enfermos, es igualmente cierto que una disposición optimista y positiva constituye un poderoso factor tanto para recuperar la salud perdida como para prevenir la enfermedad. Párrafos atrás leíamos el caso del general sirio Naamán. Vimos que cuando él cambió su desilusión inicial por su posterior esperanza, su enfermedad desapareció por obra de Dios. Veamos ahora otro caso en el que también la enfermedad fue derrotada.
Se trata de una mujer "que padecía flujo de sangre desde hacía doce años y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser sanada" (S. Lucas 8:43). Hasta que un día la mujer abrigó la esperanza de que Jesús podría sanarla. Y se acercó al Maestro por detrás, en medio de la gran multitud que lo rodeaba. Ella se limitó a tocar el borde del vestido de Jesús, creyendo que eso solo podría curarla. Y, efectivamente, su hemorragia se detuvo al instante.
Jesús captó ese toque de fe en su poder sanador, y premió a la mujer devolviéndole la salud. Luego el Maestro le dijo: "Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz" (S. Lucas 8:48). La fe y el optimismo habían llenado el corazón de la atribulada mujer, y eso le cambió la vida.
En un sentido, lo que experimentó esa mujer puede repetirse en tu vida y en la mía. ¿Tienes algún dolor en tu alma? ¿Te aqueja alguna enfermedad emocional? ¿Tienes problemas de relación en tu trabajo o en tu casa? Adopta,  entonces, la sabia actitud de esa mujer. Acércate espiritualmente al gran Sanador, y exprésale tu necesidad. Pide ayuda con esperanzado optimismo, y él obrará en tu favor.
Incluso para la enfermedad física, el divino Sanador tiene una respuesta. Cuando es su voluntad, y colaboramos con ella, él puede erradicar las dolencias de nuestro cuerpo. Y, si no, ciertamente puede mitigar sus efectos más nocivos. Sea como fuere, la fe optimista es siempre una enorme bendición para quien padezca cualquier clase de enfermedad. ¡Compruébalo en tu vida cuando llegues a sufrir alguna dolencia!

SE PUEDE APRENDER

El rey tártaro Tamerlán se encontraba desanimado por una serie de contratiempos. Un día se puso a observar a una hormiga que subía por la pared. Y la quiso poner a prueba. Con la ayuda de un palito, la arrojó al suelo. Pero la hormiga enseguida volvió a subir. ¡Ochenta veces el rey repitió la misma prueba, y otras tantas el insecto volvió a subir!
Ante semejante insistencia, Tamerlán miró fijamente a la hormiga, y se dijo con resolución: "¡La imitaré, y la venceré!" La perseverancia de la hormiga movilizó el espíritu del rey y lo convirtió en un gran conquistador, fundador del Segundo Imperio Mongol.
¿Te sientes hoy un poco caído en tu ánimo? ¿O estás por abandonar la lucha en alguna empresa? El remedio se llama optimismo: la virtud que no se cansa de insistir, la fuerza que supera  las caídas, la voluntad que no se rinde, el temple espiritual que siempre piensa en positivo.
Si otros concretan sus sueños, o llegaron con esfuerzo a la meta que se propusieron, ¿por qué no habría de ocurrir otro tanto contigo? La condición para ello es conservar la visión positiva del optimismo, sin temores ni vacilaciones, sin cobardía ni desidia. Siempre con voluntad y determinación, como actúan los triunfadores. Ese fue el camino que tomó el rey Tamerlán, a quien nos hemos referido. Y así triunfó.
Pero el referido rey, inicialmente abatido y condenado al fracaso, cambió su rumbo cuando aprendió la lección de la hormiga que había observado. ¡Un poderoso guerrero que aprende de una simple hormiguita! ¡Cuántas veces los mayores podemos aprender de los menores! El padre, del hijo; el maestro, del alumno; el jefe, del empleado; el médico, del paciente; el amo, de su animalito doméstico... Siempre que haya humildad y deseo sincero de aprender.
Todos podemos aprender de todos, si mantenemos nuestra mente abierta para imitar sus virtudes. El optimismo es un gran desafío que nos confronta a todos; un privilegio que todos podemos poseer, una riqueza de la cual todos podemos disfrutar. ¡Conserva esta riqueza en tu alma, y serás feliz!

¡PRUEBA TU OPTIMISMO!

Reflexiona en las siguientes preguntas y sus respuestas.
  1. Cada vez que inicias algo nuevo e importante, empiezas con un sentimiento de inseguridad por lograrlo:
  2. a) Rara vez o nunca.
    b) A veces.
    c) Pocas veces.
    d) Con mucha frecuencia.

  3. Te consideras una persona que ve el vaso...
  4. a) Medio lleno.
    b) Un término medio.
    c) Medio vacío.

  5. Acabas de cometer un gran error en tu primer día de trabajo; ¿Tiendes a suponer lo peor y piensas que te reprenderán o que te despedirán?
  6. a) Rara vez o nunca.
    b) Pocas veces.
    c) A veces.
    d) Muchas veces.

  7. Cuando haces algo, a pesar de los problemas existentes, ¿tienes la sensación de que todo se solucionará?
  8. a) Casi nunca.
    b) Muy pocas veces.
    c) Muchas veces.
    d) Casi siempre.

  9. Si estás esperando a un ser querido que tarda demasiado en llegar, ¿te pones ansioso con la demora o piensas que algo malo puede haberle ocurrido?
  10. a) Casi nunca.
    b) Muy pocas veces.
    c) Muchas veces.
    d) Casi siempre.

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